Kdrama Adicta en receso

Desde el año pasado que estaba con la idea de publicar mis divagues, primero escribí en una libreta mis profundas reflexiones —porque una tiene la escuela del diario de vida al más vieja kl style—. A medida que llenaba la pascualina, postergaba y postergaba su publicación, por pajera no más, no hay otra explicación. Y justo cuando me decido a hacerlo entré en una profunda reflexión sobre ser kdrama adicta debido a la muerte de Moon Bin.

Caricatura tipo chibi de mujer escribiendo su diario sobre la cama de tonos azules verdosos. Ella tiene anteojos, pelo café, viste un polerón rojo y pantalones azules. Al alcance de su mano está el control remoto.
Escribiendo en mi diario ¿Y qué?

Por lo que, el tiempo en que me decidí a publicar mis divagues no fue el más acertado, pues si bien en ese entonces me reconocía orgullosa y públicamente como kdrama adicta, y el kpop lo que conocía a través de las series y de los idols que se aventuraban a la actuación en éstas, me afectó y aproblemó su muerte —porque una es adicta, pero con conciencia social—, debido a que no pude dejar de pensar en la responsabilidad de ese capitalismo feroz imperante en Corea del Sur en la decisión que tomó. Acto seguido —como una es egocéntrica—, me cuestioné mi participación en el éxito de esas empresas moledoras de carne que se aprovechan de la juventud de los cabros y las cabras, sometiéndolos a unos códigos de conducta de la dinastía de Joseon, siendo que la juventud está para experimentar, equivocarse y aprender, y ahí los y las tienen debiendo ser perfectos —idols— ejemplos para otras y otros, usufructuando de ellos, chupándole la vida. Y una que aprovechó su juventud a tal punto que, agradece todos los días que, no existieran los celulares con cámaras ni las redes sociales que registraran todas las cagadas que me mandé, los compadece desde el oscuro y pobre rincón en el que vive.

Siguiendo con mis divagues concluí que, al consumir series y productos coreanos (porque también le hago al skin care y a maquillajes varios) fomento que sigan realizando conductas totalmente abusivas y vulneradoras de derechos fundamentales, esto me conflictúa hasta tal punto que no he podido ver ninguna serie durante este tiempo, ni siquiera quiero ver noticias relacionadas en los reels o en youtube.

Mientras escribo, pienso en lo hueviá que soy: dejé de ver noticias, televisión nacional y cable, evadí la realidad por medio de los kdramas que ahora, por lo buena que soy en irme en la volá, me vuelven a la triste realidad de la sociedad de consumo y egoísta en la que estamos viviendo y que traté de evadir viéndolos. Sin embargo, una nació con el control remoto en la mano, así que no me quedó de otra que empezar a ver programas de humor  —rutinas de Dinamita Show incluidas—, reacciones a videos musicales varios, videos musicales y música de relajación, porque me estoy yendo en volá mística también, con el objeto de dejar de pensar tantas weás por segundo.

Todo lo escrito, es para comentar que los divagues que publicaré de ahora en adelante relacionados con los kdramas tienen que ver con aquellos anotados, con anterioridad, en mi diario de vida. Y durante las semanas que vienen haré un especial del día de la madre, porque yo le opino sobre lo que sea.

De prueba y error

Una mano sosteniendo un control remoto moderno (menos opciones en el mando). De fondo se ve difuso un televisor con imágenes de programas de tv a elegir.
Imagen por StockSnap desde Pixabay.

Mujer en edad de comenzar a creer en la reencarnación, pues a estas alturas del partido no me queda de otra que dejar el sueño de ser rica, famosa y exitosa para mi próxima vida. Ciudadana chilena en evasión de la triste realidad que me ha tocado vivir. Así, tras pasar de la esperanza a la desilusión en un corto periodo de tiempo, mi único plan de sobrevivencia, por el momento, es sumergirme en el alcohol, mientras trato de dejar las drogas legales; y ver K dramas, entre más livianitos mejor.

Sin embargo y pese a mí misma, sigo cuestionando, reflexionando y teorizando sobre lo que veo, escucho, siento, percibo y vivo. En eso estaba cuando se me ocurrió la genial idea de compartir mis divagues con quienes los quisieran leer y quizás interactuar y discutir(*), a fin de reafirmar mis creencias o replanteármelas, pues en mi mundo no hay verdades absolutas.

Así, desde mi más supina ignorancia en algunos temas, la experiencia personal, académica y profesional en otros, compartiré en este espacio mis opiniones, con más dudas que certezas, y sobre lo que se me ocurra, porque, además, soy muy dispersa. En particular, respecto de mi tardía adicción a los K dramas la que empezó hace unos meses cuando decidí no ver más tv abierta ni cable, por sanidad mental o evasión (¿algún día lo tendré claro?), pero soy de esas personas que el control remoto ha sido durante toda mi vida una extensión de mi mano, así que de una forma u otra caí en la pasta de los k dramas, primero gracias a Netflix, después sumé a Star +, Rakuten Viki plus y el add on alfa en Kodi, pues una invierte en la evasión.

Al principio, sólo las veía, después las comencé a mirar, observar y reflexionar sobre aspectos culturales, políticos y sociales que me llamaron la atención. Algunas similitudes con el tema de la culpa, la que yo siempre asocié a mi educación católica, creencia que me estoy replanteando; el patriarcado imperante, pero que no contempla muchos aspectos del machismo, en especial, respecto de la identidad de género masculina, como, por ejemplo, la forma de vestirse, los colores, la forma de relacionarse entre los hombres que de forma fácil y sin complejos reconocen la belleza de otros hombres; la forma de relacionarse sexo afectivamente que me hizo cuestionarme si era caliente o ninfómana continuamente; la ferocidad de su capitalismo que, en ocasiones, nos hace ver como niños de pecho, entre otros temas. De los que estaré divagando medio en serio, medio en broma.


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